viernes, 20 de abril de 2012

El Peor Robo del Mundo. Conclusión


Fue mejor para él estar inconsciente, así no tuvo que ver cómo María encañonó a su hija Laura… ni tampoco tuvo que presenciar su propia muerte.

- ¡Para! – la voz de María parecía temblar tanto como la mano con la que empuñaba el arma  -  ¡Para de una vez o te juro por Dios que disparo!

- Ya te he dicho que yo no fui – la voz de la adolescente era ahora suave, pausada, pero sus ojos parecían brillar de lo rojo que se habían tornado – Yo no he empezado esto, yo no he hecho nada, sólo intento defederme. Pero lo voy a acabar. Baja el arma, mamá, si no quieres acabar pegándote un tiro en tu propia boca de retorcida beata. 

Mientras su madre, aterrorizada, tiraba el arma al suelo y se acurrucaba en una esquina balbuceando fragmentos inconexos del Padrenuestro, María comenzó a recorrer la pequeña sucursal con la mirada, tenía que estar en algún lado, casi podía sentir su presencia, pero ¿dónde? Ya había fallado dos veces al intentar adivinar quién era el que trataba de meterse en su mente.

Su madre le había hecho creer que su don era algo divino, un regalo de Dios. Qué la Palabra le había sido dada para malvivir a base de pequeñas estafas. Pero ella siempre había sabido que ni Dios ni el Diablo habían tenido algo que ver en todo esto, estaba convencida que era algo igualmente incomprensible, pero mucho más mundano y hoy iba a confirmarse su teoría.

Cuando vio caer la primera vez a plomo al atracador que se hacía llamar Dr Jekyll con los ojos inyectados en sangre supo, de alguna manera, que iban a por ella, que la habían descubierto. Todo este tiempo había tratado de pasar desapercibida, intentando ocultar su naturaleza, su don, porque sabía que no podía ser la única especial, la única con poderes en todo el mundo. 

Y si había más como ella, era seguro que alguien había descubierto su existencia, que alguien buscaría provecho de su naturaleza, que alguien los cazaría y los utilizaría para su propio provecho… Pero los que querían cazarla a ella, habían elegido el peor día para hacerlo, el día del peor robo del mundo y en toda la confusión de la situación, en un primer intento, habían fallado el blanco. 

Quizás si su madre se hubiera quedado quieta no les hubiera descubierto, pero su reacción les había revelado todo lo que necesitaban. Su madre la había descubierto. Apenas un segundo después, justo antes de caer al suelo, había oido una voz en su interior

- Así que eras tú… Ya te tenemos, Palomita – el tono era ambiguo, casi inhumano, ¿Eran risas eso que oía? – Venga, no te resistas, déjame entrar, te va a gustar, ya lo verás…

- ¡No! – gritó ella para sus adentros, pero fue en balde. Sintió como hurgaban en su cerebro, cómo su cuerpo dejaba de obedecerla y cómo, poco a poco, la realidad estaba más lejos...

Pero de alguna manera Laura se había zafado de la inmovilización mental a la que le estaban sometiendo, fintó sobre sí misma y cómo si de un golpe de boxeo se tratara y lanzó un upper cut al Hurgador que le permitió retomar el control de su cuerpo.

El miedo, la inexperiencia le había hecho pensar que la cazadora era Mr Hyde, ahora en frío no tenía sentido, pero ¡que demonios sabía ella! ¡Estaba muy asustada! ¡Le estaba apuntando con una pistola! ¡Ella era la mala! Usó la Palabra con ella, luego con la cajera, pero después de deshacerse del banquero aún notaba cerca al Hurgador, tratando de volver a entrar en su mente, la había cagado bien cagada, no eran ninguno de los dos, pero no podía rendrise ahora, tenía que plantar cara a su asaltante… ¿Pero, quién podía ser? 

Al principio los que trataban de cazarla creyeron que el poseedor del don era Dr Jekyll, así que él no podía ser su cazador, Mr Hyde estaba muerta, lo mismo que el guarda de seguridad y el encargado de la sucursal. Su madre era imposible que fuera el Hurgador, el hombre del maletín estaba inconsciente, si fuera la cajera se habría dado cuenta al usar la Palabra, los policías que desde fuera no dejaba de gritar y amenazar acababan de llegar hacía un rato… 

Entonces Laura lo vio. A un par de metros tenía un cartel amarillo que avisaba que el pavimento estaba mojado. Junto a la puerta que daba a las dependencias más internas de la sucursal había un carrito de la limpieza. Recordó que cuando entró junto con su madre en la sucursal, la señora de la limpieza estaba fregando el suelo observando todo lo que sucedía. Cuando la cosa se complicó, la mujer ya no estaba, simplemente se había desvanecido… Pero ahora Laura sabía a quién buscar, quién había empezado todo esto.

- Sal – dijo en el tono imperativo de la Palabra la joven. Los pocos que quedaban conscientes en la sucursal vieron como del interior salía una mujer joven ataviada como una limpiadora que no pudo dejar de obedecer lo que le pedía la adolescente - ¿Sólo tú? ¿Cómo pensabas hacerlo? – Laura notaba como las garras de la Hurgadora trataban de meterse en su mente, cuanto más cerca con más ímpetu lo trataba, pero esta vez no la iba a coger desprevenida - ¡Habla! – Laura usó la Palabra, pero la Hurgadora seguía sin decir nada

Fuera, los policías comenzaban a desplegarse. Habían llegado varios coches patrulla y un par de tanquetas de refuerzo.

- No me mires así, Palomita – la voz de la mujer era más agradable de lo que se podía esperar - Esto iba a ser algo fácil, pero se ha complicado poco a poco, cada vez más. Ahora es tarde, no hay nada que hacer, no hay solución… Anda, ve con tu madre y abrázala

- ¡No me des órdenes! – Laura ya no notaba las fauces de la Hurgadora sobre ella y comenzaba a envalentonarse - ¡Puedo obligarte a salir ahí y que te vuelen la cabeza como hice con la de antes!

- No te molestes ¿Ves esa ambulancia de ahí? La que tiene las luces apagadas, esos, lo van a hacer por ti – La agente encubierta señalaba más allá de las tanquetas - Dentro están mis compañeros. Cuando el Objetivo (¡Cómo iba a saber que eras tú! ¡Simplemente nos dijeron que el objetivo estaría dentro!) cayera al suelo desmayado ellos entrarían para auxiliarlo y se lo llevarían a la base… y misión cumplida, robo realizado… 

- Pero todo ha salido mal… - la voz de Laura comenzaba a temblar

- Sí – la Hurgadora sonreía sin ganas- Ha salido mal y ellos tienen ordenes. Nosotras no somos tan importantes como puedas creer, somos simples peones, piezas prescindibles. No van a correr riesgos, quedar al descubierto... No hace falta que te diga lo que va a pasar, lo sabes ¿Verdad? 

- Van a hacerles ver que… - Laura estaba aterrada – ¡Oh Dios!

- Eso mismo, sólo Dios sabe qué van a hacerles ver…

Laura corrió hacía su madre justo cuando las luces de la ambulancia comenzaron a destellar. Segundos después una treintena de policías entraban en la pequeña sucursal al grito de ¡Tiren todas las armas! disparando contra todo lo que se encontraba dentro.

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